Cuando Pablo lo saludó, Felipe terminó de apuntar su nota, dejó el esfero sobre la libreta y se levantó para darle la mano. Se sentaron, Pablo agradeció que Felipe hubiese ido hasta allí, con la intensión de buscarlo para conversar. Felipe sonrió y enseguida le preguntó por el proyecto de la 69A. Pablo le comentó que había tenido algunas dificultades con la consecución de algunos materiales necesarios para la recolección de lluvias y también con el montaje de los paneles solares, pero creía que todas maneras el cronograma se cumpliría. A Felipe le interesaría un espacio allí para una exposición inmersiva de sus NFTs, u obras de arte generativo. Pablo respondió que era bastante posible, así que lo incluiría en su primera agenda, para cuando el espacio entrara en funcionamiento.
-Hábleme de su software, Felipe. – continuó- Me
quedó la intriga, desde aquel día.
-Son dos proyectos uno es una especie de
divertimento artístico en el que se cargan imágenes, las cuales se analizan
mediante modelos de Inteligencia Artificial.
-Interesante. Pero no veo claro el mercado
objetivo.
-Es un juego estético, que podría tener un público
en el sector del arte. Pero también tiene la posibilidad, mediante foto o video
visión, de obtener datos de producción convencional, indispensables para
labores de administración. Diseñado bajo estos conceptos habilita la puerta que
conduce a la brega con el paradigma robótico.
Pablo se siente acalorado, se baja el gorro gris
oscuro de la cabeza exponiendo así, su calvicie lustrosa, no disimulada. Felipe
sonríe porque la imagen de Carlos le recuerda la foto del icónico pintor
cubista.
-¿Y el otro?
-Tiene que ver con gemelos digitales. Ahí
necesitamos inversión en hardware y en personal calificado. Quizás busquemos
fondos de inversión, o créditos de un banco estatal, preferiblemente, por las
bajas tasas de interés. Cosas así.
-Gemelos…
-Ya existen varios en la industria y otros se están
desarrollando. Ahí, me interesan en primera instancia las ciudades. Tokio ya
publicó y liberó el suyo. Tan pronto tenga espacio en disco y memoria lo
descargo. El demo es sorprendente.
-Ah, entiendo…
-Pero quería hablarle de la robótica. ¿Llamó a
Samuel? ¿Pudo hablar con la alcaldía? ¿Pudo hacer la prueba de dron aquí? A
propósito, pidamos un café. Abajo, en el mezanín ya abrieron la cafetería.
Felipe toma el celular y digita el pedido. Par de
capuchinos con café de origen santandereano, y galletas de avena. Pablo está de
acuerdo.
-Estoy en lista de espera. El tema del vecindario,
el volumen, el peso, la contaminación visual y auditiva. Pero creo que
ocurrirá. El asunto que quisiera que continuaras…
-Tiene que hacerlo. Lo repito, es inevitable, las
máquinas en mediano plazo, reemplazaran un alto porcentaje de la actividad
humana. Ese proceso ya empezó. La solución es de Estado. El Ingreso Universal.
-Sí, de acuerdo, pero ¿No es eso un utópico?
-Así suena. Obvio, serán luchas tenaces, pero al
final no hay opción. O se hace o volvemos a la barbarie.
Pablo se esfuerza por digerir esos conceptos que encarnan
sus preocupaciones.
-En realidad, los cambios que producirán las
tecnologías, en el mediano plazo, a nivel global, serán dramáticos. Sin parangón
en nuestra historia. Por todo eso, no lo dude. Concéntrese en implementar es
servicio de dron-entregas. Es el momento. Aunque pueden madrugarle, hoy usted
tiene la posibilidad de ser el pionero, el líder. Mañana, talvez surja la
competencia. ¡Hágalo ya!
Sentenció Felipe.
Condórtimus descansando en algún peñasco, estaba de
acuerdo con algunos de los planteamientos de Felipe, porque según sus
proyecciones…
En el 2029, el cielo de
Bogotá ya no es el mismo; pequeños drones de entrega han empezado a llenar el
horizonte urbano con su zumbido constante. Estos dispositivos, encargados de
transportar productos de volumen y peso moderado, han transformado la logística
de la ciudad, reduciendo el tráfico terrestre y las emisiones de carbono. Desde
mi perspectiva elevada, veo cómo los ciudadanos miran hacia arriba,
acostumbrándose a este nuevo panorama aéreo. La regulación de estos drones ha
sido clave, creando corredores aéreos específicos que garantizan la seguridad y
el flujo eficiente. Sin embargo, el ruido y la privacidad son preocupaciones
que la ciudad está abordando con nuevas políticas y tecnologías silenciosas.
Para el año 2049, la visión de Bogotá como una ciudad
pionera en la movilidad aérea se ha solidificado. Los taxis drones
autoconducidos han revolucionado el transporte personal, ofreciendo una
alternativa rápida y eficiente al transporte terrestre. Este cambio ha llevado
a una reducción significativa de los vehículos en las calles, transformando el
espacio urbano en áreas más verdes y peatonales. El paisaje aéreo es ahora una
danza compleja de drones de diferentes tamaños y funciones, desde entregas
hasta transporte de personas. La tecnología ha avanzado a pasos agigantados,
con drones que minimizan el ruido y respetan la privacidad mediante rutas
optimizadas y cámaras con visión selectiva. Mi vigilancia desde las alturas me
permite apreciar cómo Bogotá ha integrado la tecnología en su tejido urbano,
creando una ciudad más limpia, eficiente y conectada, aunque siempre vigilante
para asegurar que el cielo no se convierta en un caos inmanejable.
El café llegó en el porta-comidas plástico. La
joven de mirada vivaz, con el tocado reglamentario para el cabello y el
delantal con el nombre del local observó que Felipe le hacía señas con la mano.
Se acercó, saludó y dejó el pedido sobre la circunferencia de la mesa. Pablo
pagó en efectivo y no permitió que Felipe colaborara, como quería.
-Yo invito, usted está aclarando de buena manera
mis dudas. Es más, esta charla, como la anterior, me da la idea de que
podríamos…
-Adentrarnos en el tópico del software y hardware
para lo de la robótica.
Brindaron animados, chocando los vasos
biodegradables del café. El cielo empezaba a esgrimir su paleta de atardeceres
de verano.
Aurora dio clic sobre el botón
2029. Apareció una lista de prerrequisitos. 1. NV3000 + & NV5090. 2.
Ultranet. 3. Condórtimus 2.0+.
Se puso de nuevo las gafas inteligentes, con los
dedos marcó cosas en el aire, es decir en el espacio virtual. “Información
sobre Condórtimus 2.0”.
Vio la imagen de un robot mezcla de humanoide y
ave, flotando de frente, sobre una urbe parecida a Bogotá, dejando ver la
imagen forjada de un Cóndor de los Andes, en su zona pectoral. Pareció
impresionarse.
Pidió un avance de demostración en 3D y se apresuró
a apagar el proyector. No quería llamar la atención de nadie en la terraza. En
el video de la pantalla del laptop, Condórtimus emitiendo un gutural graznido,
se acercaba volando por el costado norte por entre los edificios aledaños,
traía en sus garras aceradas un porta-comidas cúbico de material sintético,
idéntico al que había utilizado la simpática empleada de la cafería del mezanine
para entregar los capuchinos a Pablo y Felipe.
Antes de aterrizar de pie, en la zona central sacó
un delgado brazo plegable de una de sus alas y enganchó el cubo del pedido.
Recogió las alas y se deslizo a pocos centímetros del piso, hacia Aurora moviendo
su cabeza de metal, pico de hojalata, y, cambiando los destellos coloridos de
sus ojos de cuarzo finamente tallado. Se detuvo frente a la mesa al costado
izquierdo de Aurora sentada consultando la pantalla del súper laptop. Abrió un
poco una de sus alas y con otro brazo plegable tomo el vaso de café y lo dejó
sobre la mesa. Enseguida la galleta de avena. Miro con su ojo derecho a la
radiante mujer. En las mesas contiguas algunos robots humanoides pequeños, se
movían en silencio, delatando con sus discretas luces que estaban aportando
información hacia las gafas y otras diademas o dispositivos de Realidad Virtual
de los allí presentes.
Condórtimus espero a que Aurora asintiera con la
cabeza. Entonces sacó sus patines magnéticos de las garras y se deslizó con
“natural elegancia” hasta cerca de la barra del costado norte y levantó fluido
vuelo como impulsado por múltiples mini cohetes invisibles. Aurora se puso de
pie con un movimiento instintivo. Se quitó las gafas. Movió la mano como para
recoger el café y la colación, inexistentes.
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