miércoles, 26 de febrero de 2025

5. Viven-en--extremos

 

Viven en extremos opuestos. Arturo cerca de la Biblioteca El Tintal vecina del Humedal del Burro, y, Felipe al pie de los cerros tutelares, donde comienza el sendero de la Aguadora, asignado a la empresa de acueducto. Sin embargo, su empatía y sus deseos de hacer algo más de lo que ya están haciendo por sus vidas, inscribe en las voluntades, el mandato de efectuar lo necesario para superar las barreras citadinas, y posibilitar el que los cafés de trabajo ocurran.

Para sobrevivir Felipe trabaja, aun ocho horas a la semana, en una empresa de tecnología y el resto del tiempo lo dedica a sus proyectos personales. Ahora, todos ellos, de alguna manera, tienen que ver con la creatividad y el ecosistema digital. Agradece haber terminado y publicado su novela híbrida justo antes de que llegara a proponerle a Arturo que le metieran el diente a los bites. Arturo había cursado en el pasado algunos semestres de ingeniería de sistemas y su buena formación en matemáticas, durante el bachillerato, aunada a su talento y destreza con la lógica, dotaban de sentido ese acertado propósito. Felipe tenía fundamentos para creer que la mejor manera de avanzar, era haciendo un proyecto que solucionara algún problema de la vida real. Para Arturo esa postura no era siquiera considerable.

En los primeros días de enero, aprovechando que tuvo que ir temprano en la mañana a una diligencia de documentos, hasta la Avenida El Dorado con 68, fue al centro comercial cercano y compró un tinto y un pasa bocas, para ir a consumirlo en la cómoda terraza pública. La empleada que le atendió, con la piel del rostro mestizo ya ajado, lo miró con cierta antipatía por haber solicitado los dos productos más baratos. Terrible, pensó Felipe, ella devenga un sueldo miserable y se incomoda cuando alguien trata de que las únicas monedas que tiene, le alcancen.

Llamó a Arturo para que se encontraran ahí. Le respondió con su natural nobleza y tono animado. Le dijo que hubiese sido posible, pero lo habían invitado a un viaje al llano y tomarían camino enseguida. Ambos afirmaron casi al unísono que ese paseo no se podía perder por nada del mundo. Aplazaron la cita para la semana siguiente. Felipe alcanzó a alegrarse, de haberle dicho que, en la próxima tertulia, él le iba a compartir los detalles del software que había desarrollado, y que, si Arturo quería compartirle algo del proyecto suyo, sería bien recibido, antes de terminar su fondo de tinto y regresar a su caverna laboriosa, como llamaba a su espacio habitacional.

Es que en recientes conversaciones, Arturo había aseverado que había decidido dedicarse a iniciar negocios en plataformas web, y, de cierta manera, abandonar la programación. Trató en vano de que Felipe lo emulara. Felipe ya tenía desde el 2018 una vitrina de esas con varios libros de arte en los estantes, y, una colección de obras nativas digitales en la web3, es decir donde poseían una identidad tokenizada y por ende acceso a un mercado, con criptomonedas como medio de cambio. Arturo aborrecía, por desconocimiento y errónea información, el tema cripto.  Concluyeron que cada cual se dedicara a sus proyectos particulares por separado y simplemente terminaron el zaperoco, deseándose mutua suerte. Ahora, de nuevo, Felipe veía cómo otro magnífico proyecto estaba deslizándose, como agua entre los dedos, hacia el abismo. Entonces, no le quedaba más, que jugarse la última carta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

1. Sobrevive desde los Páramos

                                                                                                                   Luego de apuradas conside...