domingo, 23 de febrero de 2025

13. TINTALIA

Felipe sentado en su banca favorita, en el parque fundacional, de cara al costado sur. Observa la iglesia erguida y blanca. Por encima del teatro parroquial de una planta, ve a la distancia en la montaña la pendiente urbanizada del barrio San Luis. El borde final donde llegó a pararse alguna vez, y en viceversa, intentó ver desde allá alguno de estos espacios abiertos, fácilmente reconocibles aún en la distancia.

 Las gotas del comienzo de la lluvia ya habían caído en su rostro. Se levantó con calma y fue directo al café del costado sur. Allí luego de comprar su tinto, escogió una de las mesas junto a la ventana por donde se vía el parque. Sacó del pequeño bolso la libreta azul, el esfero, el resaltador. Probó un sorbo del aromoso café caliente, miró hacia la fuente del parque cubierta con hules, para protegerla del polvo de las obras y excavaciones frente al atrio y de la amplia casa cural, arrendada ahora a la Universidad del Sinú.

 Detrás de Felipe dos jóvenes con diademas de sonido, labios pintados de violeta, faldas cortas, medias de malla negra y botas rockeras, interactúan con sus tabletas digitales.

  Aurora, entra con paso decidido, arrastrando su pequeña maleta con rodachinas. Luego de recoger su capuchino con galleta de avena, se sentó en una de las mesas centrales, justo al costado derecho de Felipe, quien vuelve a concentrarse en sus notas. “Coincidencias hay en la vida”.

A la gente le gusta hablar sobre sus viajes, pero la mayoría no puede salir de Bogotá por su precariedad económica. Tal vez ahora que se experimentan los inicios de cambios estructurales, podría ser el turismo por las regiones un tema de cotidiana charla…

 

Condórtimus, sin interrumpir su vuelo impulsado por las diversas corrientes de aire de la sabana, coincidía con la idea de Felipe.

 

En el año 2029, he observado cómo Bogotá, con su economía en auge, se ha convertido en un punto de partida para el turismo dentro de Colombia. La biodiversidad y la belleza paisajística del país atraen a multitudes de turistas, nacionales y extranjeros, quienes encuentran en Bogotá no solo una puerta de entrada sino también un destino cultural vibrante. La ciudad ha emergido como un epicentro de una corriente artística que abarca todos los géneros estéticos, desde el arte callejero hasta exposiciones en galerías de renombre. Este movimiento artístico ha revitalizado espacios públicos y privados, creando un ambiente de creatividad que permea cada rincón de la ciudad. La sociedad bogotana ha acogido esta explosión cultural, encontrando en el arte una forma de cohesión social y un motor para el desarrollo personal y comunitario.

 

Mirando hacia el 2049, Bogotá ha consolidado su posición como un faro cultural en América Latina. Los eventos artísticos al aire libre se han convertido en rituales comunitarios, donde la innovación y la tradición se fusionan, elevando el espíritu de la ciudad. Los espacios cerrados, ahora diseñados para ser más interactivos y tecnológicos, permiten experiencias artísticas inmersiva que no solo educan, sino que también sanan y conectan a las personas en niveles profundos. La economía de la ciudad ha florecido gracias a este turismo cultural, proporcionando empleos y oportunidades en el sector creativo. La biodiversidad sigue siendo un atractivo principal, pero ahora está integrada en el arte y la arquitectura de la ciudad, creando un diálogo entre naturaleza y cultura que hace de Bogotá un ejemplo mundial de cómo el arte puede transformar y unir a una sociedad.

 

Aurora, deslumbrante, observa el maderamen del techo, inhala el aroma del café y saca su laptop, en cuya tapa gris plomo se ve un rectángulo delgado en bajo relieve que la atraviesa en diagonal. Prueba la bebida, muerde la galleta y empieza a diseñar en Metrópolis.

   Elige La zona de la Biblioteca el Tintal. Condórtimus sobrevuela lento, el sector. Patio Bonito, El Tintal, Dindalito, Corabastos, María Paz Pastranita. El Humedal del Burro, Banderas, Pio XII, Marsella, Mandalay, Techo.

La Laguna del Tintal en 1950 cubría 171.54 hectáreas. Los barrios, paulatinamente, la fueron cubriendo, borrando. Las imágenes en secuencia histórica de década en década van mostrando en la pantalla el desecamiento progresivo de la fuente acuífera y la intromisión irracional de los urbanizadores.

 

 

En 2029, bajo mi supervisión, la iniciativa para recuperar la Laguna del Tintal ha comenzado a dar frutos significativos. Con un 40% de la laguna restaurada, lo que antes era un área perdida por la urbanización, ahora está en proceso de renacimiento. La Biblioteca El Tintal, Manuel Zapata Olivella, junto con los barrios populares, han sido reimaginados para coexistir con este ecosistema revitalizado. El Humedal del Burro, aunque pequeño, se ha beneficiado de esta restauración, sirviendo como un refugio para la fauna local. Este esfuerzo no solo ha devuelto la vida acuática y vegetal a la zona, sino que también ha transformado la calidad de vida de los residentes, proporcionando espacios verdes para la recreación y la educación ambiental. La arquitectura alrededor de la laguna ha sido rediseñada para ser más sostenible, con sistemas de drenaje que respetan los ciclos naturales del agua.

 


Para el año 2049, el proyecto de recuperación de la Laguna del Tintal se ha materializado completamente, fruto del empeño ciudadano, la voluntad política, y, la aplicación del cocimiento apoyado con el uso de alta tecnología. La laguna, ahora símbolo de resiliencia ecológica, se ha convertido en un corazón palpitante de biodiversidad en medio de la ciudad. Los barrios circundantes han adoptado un desarrollo urbano que no solo respeta la naturaleza, sino que la integra en la vida diaria de sus habitantes. La Biblioteca El Tintal se ha expandido, ofreciendo programas educativos que conectan a las nuevas generaciones con la historia y la importancia de este humedal. La comunidad ha experimentado mejoras en la salud, debido a la purificación del aire y la regulación del microclima local. El Humedal del Burro, aunque todavía pequeño en comparación con la laguna, ha florecido, convirtiéndose en un ejemplo de cómo la restauración puede beneficiar tanto al medio ambiente como a la sociedad. Este proyecto ha inspirado otras iniciativas de conservación en Bogotá, y más allá, demostrando que la recuperación ambiental es posible y beneficiosa para todos.

 

 


 

 





 Condórtimus sobrevuela zona cartografiándola, recogiendo datos para Metrópolis. Aurora da clic sobre el ícono del cóndor. “Las vías principales, calles, carreras que se puedan convertir en canales como si los barrios fueran ahora una nueva Venecia “.  Condórtimus sobrevuela el mapa de la laguna en 1950, a gran velocidad, luego el mapa de la zona en 2025. Se detiene en un tronco del Humedal del Burro. Empieza la transmisión de datos, sus ojos de cuarzo y su pechó dorado son memorias con millones de datos pasando hacia la tarjeta madre, hacia el sector del disco de estado sólido, hacia la memoria temporal. Termina el registro de datos. La pantalla se congela. El indicador del procesador con sus 4000 núcleos con circuitos de lógica ternaria, de nanotubos de grafeno, está construyendo el gemelo digital solicitado. Aurora, siempre curiosa, voltea a ver a las jóvenes del fondo, de medias de malla y labios pintados. En la pantalla del laptop Condórtimus, levanta el modelo digital como si fuera un conjunto de contenedores sostenidos por una red de cuerdas. Se eleva y en un instante lo suelta. Llama32-vision inicia su labor. Aurora consume su fondo café y el último fragmento de galleta.

Y ahí está ya Metrópolis mostrando el gemelo digital de “Tintalia” como un conjunto de barrios idénticos a los actuales, pero sus vías pavimentadas y autos, han sido reemplazadas por canales de limpia agua dulce y embarcaciones de diversas esloras, con motores eléctricos. Aurora emocionada, gira el modelo obteniendo varias de sus vistas. Clic sobre el pequeño cóndor, en el tronco del humedal. Condórtimus Despliega sus alas en toda pantalla. Sus circuitos plomizos están grabados en ligero alto relieve en su cuerpo de metal. “Video realista y posible fecha de conclusión o entrada en funcionamiento”. El video aparece en pantalla visto desde la óptica del ave robot, volando suavemente a diferentes alturas que permiten apreciar en todo su esplendor el nuevo urbanismo. La vista de la Biblioteca El Tintal, rodeada de canales, naturaleza florida y embarcaciones, es sublime. “Ahí está, miralá”. Tintalia una fusión de localidades de 171.5 hectáreas lacustres. Dos minutos de fascinación. Aparecen los datos. “Entraría en funcionamiento pleno en 2049”.          

 

Felipe deja de escribir sus notas para el guion de la hipotética película y cierra la libreta azul. Aurora, junto con su abrumadora gracia, se esfuma cual efrit cancelado. Felipe Mira por la ventana hacia la fuente de piedra de la plaza. Una enorme sombra de ave rapaz la recorre hasta desvanecerse más allá del colegio republicano abandonado. Siente, la onda expansiva del intimidante graznido metálico del extraño pájaro, retumbando en una parte desconocida, recóndita de su ser alarmado. Por instinto de conservación, se concentra en el aroma de la cafetera del local, en una pareja de jóvenes transeúntes cerca de la fuente de piedra, y, en las formas irregulares de los verdes árboles, estremecidos por un viento recién magnetizado.   

CONTINUARÁ

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