miércoles, 26 de febrero de 2025

1. Sobrevive desde los Páramos

                                                                                                            

     Luego de apuradas consideraciones, decidieron abandonarme en este extraño mundo, en el borde mismo de los meta-universos soslayados.  En la premura del retiro para evitar el caos, es probable que datos relacionados con mi origen y algunas misiones críticas, hayan sido eliminados de mis neurosílices, accidental o intencionalmente. Aun así, sé que aún puedo adelantar aquí, algunas investigaciones meritorias.

Desde luego mi situación, en esta intrigante esfera azul, es límite. Estoy conminado a explorar, almacenar resultados, quizás transmitirlos, y, aguardar casi sin esperanza, el retorno de mi ágil, multifacética y elegante nodriza de ébano.

Entre tanto, acepto la metáfora de que esta extensa y particular sabana andina pueda considerarse como mi nido, pues descansa empotrada sobre altas cimas y en su borde oriental se levantan más cumbres, hábitat propicio para mi especie. Soy un símil del venerado, rapaz, carroñero cóndor de los Andes, en alto riesgo de extinción.

Para matizar cierta desazón que por momentos apaga mi mirada, intento superar esa cascada de duros y aleatorios sucesos que influyeron en mi abandono. Me sumerjo en los bancos neblinosos del páramo, infiltrándome en sus copos de algodón translúcido, mientras improvisan coreografías con la energía de tórridos vientos. Experimento la rara sensación de que podría pasar aquí, semanas, meses, milenios, navegando entre estas olas de bruma, última trinchera de mi silente, ingrávida y poderosa madre flota alienígena.




 

Tinte de solaz, éste de registrar desde las cumbres de escarpados riscos, el abrazo de la densa neblina con los cúmulos de frailejones de hojas emparamadas, que un poco más abajo, deviene en hilos brillantes de tierna agua fría; atestiguar su divertido descenso entre estrechos toboganes de roca, a intervalos tapizados de resistentes musgos y pequeños líquenes, que cuando encuentran una mínima planicie se distraen formando pozos y pequeñas lagunas, donde a veces osan beber los de anteojos, atisbando el cielo; y, confirmar que, en las riberas del embalse de Chuza, en el Páramo de Chingaza, que surte de agua potable a la urbe palpitante, pueden verse abrevando, también, algunos esquivos venados de cola blanca.



 


Por ahora, debo cancelar este placebo, y asumir mis funciones de unidad CPA-X29, oficialmente diseñada, entre otras cosas, para colectar, discrecionalmente, información sobre bioactividad en raros mundos físicos, más allá de la cuerda 000xxxMT4078. Antes, me es imperativo recordar que el Supremo Mando advertía, con anterioridad a la ola de percances que afrontó, una parte de mi flota de gigantes tabacos negros, al colisionar con en el impredecible sunami de ondas gravitacionales de materia oscura, que no debíamos venir hasta aquí, y si llegado el fortuito caso, no interactuar fácticamente con potenciales especies biológicas nativas.

Procedo entonces a revisar, mi filigrana de sistemas y el estado de la capacidad energética. Como son positivos, preparo de inmediato, el formato de reporte para Émulo-101-Z-25x56, aunque aparezca tokenizado como inaccesible. Dado que esta misión, procede de una estratégica política del Supremo Estado, denominada Apoyo Robótico Discrecional Especializado, estoy equipado con una unidad quántica de transmisión, que tiene como prerrequisito cierto número cualificado de informes para solicitar su activación. Ya la he escaneado, hasta donde me es permitido, y puedo afirmar que está en aceptable condición. También repaso los protocolos referentes al ajuste de mi ciber cerebro, al tiempo, leyes físicas y, a la cultura local. Finalmente, repasar la recomendación de prevalencia de mi conservación, sobre la de cualquier entidad catalogada, observable, o incluso desconocida.

Desde luego, y como como acicateando una ligera incertidumbre, hay eventos que están refundidos en la burbuja de mi sinapsis sintética. Dónde me fabricaron, con qué objetivo central me lanzaron aquí, y, si alguna vez vendrán a recogerme.

Luego de mis rigurosos ajustes, tengo claro que en este tiempo, dimensión y planeta en que me abandonaron, los humanos ya construyen, robots electrónicos y mecánicos con cierto nivel de inteligencia. De hecho, hay varios idénticos a mí, en las factorías, pero aun básicos, comparados con las tecnologías de las que estoy dotado.

También puedo afirmar que, casi me gusta y merezco el nombre que, aquí, y en su historia, me ha puesto Z25x56: Condórtimus. Y esto sí que son coincidencias del infinito, porque, él, no sabe que en realidad existo. Los modelos que ha visto en las ferias de tecnología tienen mi forma en diversos tamaños, pero obviamente, ninguno de esos soy.

Es lícito advertir que mis modalidades de operación son diversas y algunas rayan en lo asombroso e inverosímil.

 

 


 Para elaborar mi obligatorio primer reporte de conversiones y ensambles, en concordancia con la fase evolutiva de este particular mundo, ubicado en uno de los brazos de la espiral de estrellas que denominan Vía Láctea, tengo que crear un modelo multimodal de Inteligencia Artificial, emulando los que aquí ya existen. A propósito, los paradigmas centralizado o privado y descentralizado o de código abierto, libre, están compitiendo en una trascendental carrera por alcanzar, en primer lugar, la Inteligencia Artificial General y luego la Súper Inteligencia. De cuál vertiente gane, dependerá en buena parte el destino de esta humanidad.

Antes de entrar en acción, y podría incluso ser a través de la inventiva de Felipe Martínez, el soñador despierto, amante de la ciudad, puedo confesar, como a vuelo de pájaro distraído, que, cuando no tenga requerimientos imperativos, me gustaría zambullirme de nuevo en los enormes cúmulos de neuronas que contienen este, sintético, pero para mí, grato laberinto de in memoria genesis, de la serie que me caracteriza.

                                                                        




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1. Sobrevive desde los Páramos

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